viernes, 7 de mayo de 2010

reacción exotérmica

Me prendo fuego en la retórica como fin en sí misma. De entre las cenizas sigo pensando en el "mis" y en el esfuerzo inagotable de la metafísica por seducirme.
Y quizás de ahí mismo surjan mis certezas de lo que no-puedo escribir, eso que es lo más valioso, lo que verdaderamente importa.
Y quizás de ahí mismísimo la estupidez que a ustedes los gobierna: La separación entre lo otro y lo esto, entre ustedes y yo, entre ustedes y ustedes después de ser licenciados, o prudentes, o millonarios, o metafísicos. La pura trampa positivista, mierda!
¿Cómo puede ser que todavía no nos hayamos dado cuenta ni separado de la verdad prefabricada?
Y quizás de esas mismas mis cenizas es que experimento una vivencia que nunca antes en mi vida: El llanto metafísico, por etiquetarlo, hazte fan de la gráfica filosófica.
El llanto emerge sin razón aparente, se mantiene en los minutos, pero cuando los minutos devienen en horas, puta madre, un dolor ingraficable.
Pongámosle hondo, amargo, violeta (que tampoco) y del otro lado del charco el llanto "popular" de gesto y mocos all-inclusive.
Por saberme presa de la retórica como fin, ese saberme enciende la llama, y a pesar de toda esta montaña, las cenizas no son menos yo ni que yo ni que vos ni que el fósforo ambiguo de la retórica.
Derribemos el muro, por favor, que no nos quedemos en el fósforo de la llama inane.
por favor.
Que mi llanto no solo era producto de haber terminado el capítulo 32.-

1 comentario:

Unknown dijo...

cuán lindo el ritmo
y un orgasmo de tildes, a mí que tanto me gustan