jueves, 3 de septiembre de 2009

Nuestras palabras no envejecen

La misma duda de siempre. La infrascripta o el alma?
O la fusión de ambas?
El juego serio del fort/da que empareja la presencia-ausencia, y ojalá hubieran visto el papel, donde una lágrima dice mas de lo que borra, confío en el ritmo del destino, ahora.
Valor testimonial, contractual.
De qué tenes miedo, pichón? De ir más allá?
Mas allá esta la posta, guachin!

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